Después estar de varios años dedicándome a pensar y hacer jardines para otros, fue a partir de mi jardín cuando entendí lo que significa un jardín privado: el respeto por los gustos, la libertad para personalizar y crearse uno mismo el espacio donde sentirse protegido y tranquilo, entre otras muchas cosas. Al fin y al cabo, los romanos le llamaron hortus conclusus, huerto cerrado. Se trata de un espacio tan íntimo o más que la casa, una recreación de la naturaleza tan artificial como la propia casa, donde todo vale.
El mayor reto de un paisajista cuando se enfrenta al diseño de un jardín privado es encontrar la manera de contentar al cliente por muchas contradicciones estéticas que éste manifieste. El siguiente es la comunicación de las ideas y los conceptos, el cómo quedará y cuando quedará así.
Esto empezó en 1988, cuando pisé por primera vez el terreno de mi entonces futura vivienda. Había en el centro un montón de broza que los vecinos habían ido tirando en el solar y que hice amontonar para hacerlo desaparecer.
- 1988
- 2014
Estrenamos el lugar un día de julio que no era muy apropiado, pero la ilusión fue más fuerte, y nos atrevimos con el calor.
El replanteo de la casa fue mi primer trabajo. Contrariamente a lo que me aconsejaban los del lugar, dejé un amplio espacio delante de la fachada principal cuyo lado puede verse en la primera imagen. Aquí estaría la entrada principal al jardín y a la casa. Detrás tenía espacio de sobra para otros usos. La tendencia por estos lugares es reservar la mayor cantidad de superficie en la zona más protegida tras la casa, sacrificando en muchos casos el espacio necesario para que el edificio luzca su fachada principal sin tener que alejarse demasiado para apreciarla. Para mí este espacio delantero es una manera de dar la bienvenida al visitante, es un lugar de recepción que anticipa el espacio privado de la casa y lo protege. Además es una oportunidad de hacer que casa y jardín aparezcan como un solo elemento. Los elementos más vistosos pueden lucirse en este espacio.
Otro criterio importante en este sentido es el tipo de cerramiento perimetral. En general, y a pesar de las normativas municipales en este tipo de urbanizaciones, se tiende a cerrar con muros o celosías opacas, generando en los viales públicos la sensación de andar por un pasillo de puertas cerradas que invita a pasar rápidamente, sin oportunidad de disfrutar del entorno. En mi caso opté por un cerramiento vegetal tras un murete de 70 cm de altura. Los arbustos perennes que planté están recortados con formas individuales dejando entrever en algún momento lo que hay tras ellos, lejos de conformar un seto topiario cerrado.
- 1988
- 2014
De entrada, el sol caía a plomo sobre el lugar desprovisto de árboles. La única sombra, de las moreras del vecino, cobijaba nuestro vehículo aquel día de julio. Así que una vez la casa construida, el objetivo fue crear sombra, tanto par mis bonsais como para poder estar fuera y evitar el calentamiento de la casa en verano. Lo primero lo resolví con un umbráculo y lo segundo con almeces o litoneros y tiempo.
- 2006, sombra ya consolidada
- 2014, sombra actual
Como ya he comentado en la página de los jardines, no dibujé mi jardín sobre el papel. He dibujado ahora este croquis de las ideas que en ese momento me llevaron a las líneas maestras del diseño, y que no han cambiado desde entonces, a pesar de las diferentes reformas que he llevado a cabo. En algo tenía que notarse mi profesión.

2006, reformas
Bordillos, césped, arbustos y flores acabaron por iniciar lo que luego iría desarrollándose y convirtiéndose en un jardín.
Dí rienda suelta a la creatividad a mi manera, pensando en el aspecto que tendría cuando acabasen los trabajos, y poco me imaginaba que ese momento no era más que el inicio. Eso lo aprendí más adelante, durante los 30 años entre jardinero y paisajista, y cuidando de mi jardín.

2001, disfrutando
Sabía construir jardines, y había hecho mantenimientos, pero nunca había tenido un jardín propio. No me imaginaba lo que podía llegar a significar ver la evolución de ese espacio que modelas, blanco de frustraciones y alegrías, según el momento que toca vivir en él.
En el momento de escribir estas líneas tengo la sensación de haber madurado profesionalmente con mi jardín.